Hemos disfrutado de unos
días magníficos en cuanto a tiempo atmosférico en Copenhegue: sol abundante y
temperaturas agradables, probablemente muy elevadas para los daneses –las máximas
han sido 27-28 grados-, aunque se les veía disfrutar tomando el sol en casi
cualquier lugar-, pero una delicia para nosotros; anocheciendo casi fresquito.
Ayer domingo empezamos el
día de museos: primero estuvimos viendo el cómodo y muy bonito museo de
escultura de Thorvaldsen, un escultor danés neoclásico, con su propia colección
de antigüedades y, después, el Museo Nacional, con una impresionante colección
de piezas de la Prehistoria, entre las que destaca el carro del Sol, de la edad
de Bronce.
Más tarde pillamos un tren
que nos llevó a Élsinor -Hélsinor para los daneses-, a tiro de piedra de las
costas suecas. En las afueras de esta población, justamente frente a las costas
suecas, se sitúa el castillo de Kromborg, castillo donde, según la tradición
danesa, transcurrió la verdadera historia del príncipe Hamlet que, más tarde,
conocería y convertiría en famosa obra de teatro un tal Shakespeare (que nunca
estuvo por aquí y que, al parecer, no hizo otra cosa que copiar una historia
antigua y narrada por un tal Saxo Grammaticus en su obra Gesta ¿¿??). (Espero que ningún inglés lea este blog, please).
De vuelta a Copenhague nos
montamos en un barquillo para dar un paseo por los canales de la ciudad: os
dejo una foto de dicho viaje en la que se demuestra que todos los adolescentes,
sea cual sea su cultura –también muchos
adultos, que se le va a hacer –pubriños-, hacen siempre lo mismo: estar liados
con el móvil y pendientes del wahsapp (la chica del centro no miró ni una sola
vez algo que no fuera su móvil en una hora de trayecto, las otras un par de
vistazos). Las otras fotos son de edificios -biblioteca nacional y edificio de la ópera- y canales de la ciudad).
Tras tomar unas cervezas en
la animadísima calle de Nyhav -donde nos hemos integrado como los más consolidados copenhaguinos- y cenar nos fuimos al parque del Tívoli: es un
parque de atracciones, en el centro mismo de la ciudad, al estilo de los
parques antiguos, con atracciones realmente antiguas y divertidas y lleno de
familias con niños: muy animado, antes de cerrar sesión de fuegos artificiales.
En algunos de los blogs
anteriores, concretamente en el de Argentina, comenté que además de visitar
lugares elevados nos gusta visitar, siempre que se pueda, algún cementerio –ya sé
que es raro, pero los cementerios dan mucha información sobre la sociedad a la
que “acogen”-: hemos empezado el día de hoy visitando el cementerio de
Norrebro, en un barrio no muy alejado del centro, donde, casualmente están
enterrados Christian Andersen –el famoso autor de cuentos infantiles- y
Kierkegaard –uno de los padres del existencialismo-. El cementerio era
realmente un enorme jardín botánico, con tumbas dispersas entre árboles y
setos; creo que la idea de la muerte es muy diferente aquí respecto de la
nuestra: en este cementerio, como en los alemanes u holandeses, la gente hace
footing, pasea a los perro, monta en bici o hace un picnic… vamos que casi “da
gusto morirse” en un sitio como este.
Tras dar un paseo por un
mercado moderno y subir 400 escalones hasta lo alto de la torre de la iglesia
del Salvador, hemos dado un paseo por Christiania: un lugar difícil de
calificar: pasa por ser una “ciudad libre”, independiente de la organización
habitual del país, donde conviven un montón de lo que antiguamente hubiéramos llamado
hippies. Allí se puede comprar de forma legal una tableta de “chocolate” -tamaño tableta de chocolate- o
adquirir marihuana cuando en el resto del país está completamente prohibido (en
Christiania lo que está totalmente prohibido es tomar fotografías).
Más tarde hemos ido a la
fábrica de Carlsberg, donde hemos degustado alguna que otra cervecilla y nos
hemos ido al estupendo acuario de Copenhague, muy didáctico y lleno de familias
con niños. Hemos acabado la tarde en la calle Nyhav, que nos ha gustado mucho
por su animación, donde nos hemos tomado unas cervecillas y picado algo.
Ahora estamos en el hotel:
por la mañana, muy tempranito, dejaremos Dinamarca; nuestro destino es Oslo, ya
en Noruega, donde pasaremos ya el resto del tiempo de nuestro viaje, excepto el
último día en que volveremos a Copenhague para tomar el vuelo hacia Madrid.
Hasta ahora el tiempo, como
dije, está siendo estupendo y parece que será así hasta el sábado próximo, pero
la siguiente semana están previstas algunas lluvias: justo los días que vamos a
los fiordos. En fin, esperemos que no sea el diluvio universal.
Nada más por hoy; la
siguiente entrada será para dar constancia de nuestra llegada a Oslo.
Besos.
Veo que lo estais pasando bien,por lo menos os vemos.besitos los de Huelva
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