Llevamos un par de días en
Oslo, la tranquila. Es una ciudad verdaderamente reposada y muy tranquila para
vivir: apenas hay tráfico, la gente va por la calle sin agobios y sin prisas;
parece que el tiempo se midiera de otra forma.
Se trata de una ciudad de
poco más de 600.000 habitantes, sin grandes monumentos, pero con una cantidad
grande de museos y que está en un proceso de modernización reciente por lo que
están surgiendo zonas/barrios de arquitectura muy vanguardista realizada por
arquitectos famosos. Nos la hemos pateado a lo largo de estos dos días y
todavía nos queda mañana jueves de estancia en Oslo; el viernes viajaremos
hacia Stavanger.
Como es el 150 aniversario
del nacimiento del pintor Munch, tienen organizada una macroexposición sobre su
obra de la que hemos visto la mitad (mañana veremos la otra mitad, ya que está
repartida entre dos museos): por supuesto estaba el famosísimo cuadro del El
Grito, además de muchos otros conocidos y desconocidos (realmente interesante
ver la evolución de la obra pictórica del Munch –como es lógico, nada de hacer
fotografías en la exposición-). También hemos ido a ver un museo con varios
barcos vikingos que, en realidad, fueron tumbas flotantes de importantes
vikingos, encontradas en el fiordo de Oslo con todo el ajuar de enterramiento.
Hemos visto en barco con el que navegó Admunsen en uno de sus viajes, el Flam,
en otro museo dedicado a ello y hemos visitado un museo al aire libre, bastante
grande, sobre los tipos de arquitectura tradicional, costumbres y etnografía de
toda Noruega: de las cosas más interesantes una iglesia original de las
antiguas noruegas de madera que se puede apreciar en una de las fotografías.
Ya decía que varias zonas de
la ciudad, todas próximas al mar, se están remodelando por completo: nuevas urbanizaciones
de edificios con más museos, viviendas, zonas comerciales, etc. están surgiendo
próximas al centro. Sin duda el edificio más espectacular es el nuevo edificio
de la ópera, inaugurado hace un par de años, todo en mármol blanco y cristal ya
que dicen que simula a un gran iceberg: se puede subir y bajar a su alrededor a
través de suaves rampas que permiten una estupenda vista de la zona.
Y, además, hemos visitado sitios
clásicos de Oslo: un paseíto con picnic en los entornos del Palacio Real de
Noruega (príncipes: Haakon y Met-mari, o algo así), a pesar de las obras de remodelación de
su entorno y, como no, otra visita al ayuntamiento de Oslo: un bloque de ladrillo
de hace 50-60 años pero que es mundialmente famoso porque en su hall de entrada
–enorme y muy decorado- se entrega cada 10 de diciembre el Premio Nobel de la
Paz.
Mañana seguiremos pateando
Oslo: nos queda la 2ª parte de la exposición de Munch, el parque de Vigeland
(un escultor noruego) y el nuevo y muy elevado Holmenkollen, es decir, el
trampolín de saltos de esquí, en una colina cercana.
Ya lo contaremos otro día;
por hoy ya está bien que hay que irse a descansar.
¡Ah!, se me olvidaba, esta
tarde hemos hecho un descubrimiento: no se puede beber cerveza en la calle
salvo que sea en un bar. Como aquí la vida es carissssima, habíamos comprado un
par de cervezas en un supermercado (los únicos lugares donde pueden comprarse)
y estábamos sentados en un parque bebiéndonoslas cuando ha llegado un trío de
policías urbanos (los primeros policías que hemos visto en dos días) y nos han
indicado que está prohibido hacerlo en la calle y hemos debido tirarlas a una papelera. En fin, algo
malo debía tener este país tan idílico.
Besos.
Qué fuerte!!! Os han pillado haciendo botellón!!!
ResponderEliminarPetición de foto:
ResponderEliminarlos dos junto al niño que llora en el parque Vigeland. A ver si lo encontráis.
Anda que si tenemos que iros a sacar del trullo por beber ji ji no seais tacaños e ir al bar hombre....bss
ResponderEliminarVamos a ver: un poquito de orden, por favor. En Dinamarca, todo el mundo bebía por la calle, por los parques, por los puertos, etc. y muchísimo. Nosotros, por la cercanía, pensamos que en Noruega se funcionaba de la misma manera. De tal forma que, después de estar un rato largo sentaditos en una terraza, tan ricamente, y saboreando unas cervezas, vimos un parquecito muy mono y, al pasar por un supermercado, entramos a compras 1 cerveza para cada uno (repito UNA cerveza para cada uno: ¿una cerveza hace botellón?) con intención de tomárnosla en el parquecito y, creíamos, confraternizar, como con los daneses, con los noruegos. Resultó que los noruegos son tan hipócritas como los norteamericanos –donde tampoco se puede beber en parques o calles-:¿o es que ellos no tienen defectos como sociedad?. ¿Aclarado?. Bss.
ResponderEliminarPor cierto, Elia, ayer estuvimos en el parque de Vigeland y, casualmente, nos hicimos una foto juntos con el enrabietado (creo que es la segunda foto junto que nos hemos hecho). Tenía intención de subirla, y lo haré, al blog. Bs.
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